jueves, 18 de agosto de 2011

Taxi

El frío, el día gris, la tintura roja que me está quemando el pelo, los ensayos en mi casa.
 Gente que entra, gente que sale, ruidos, música, cosas que desconozco.

 El frío sigue, la gente se queja, busca calor: calor en el clima, o en las palabras de otra gente -que, sin duda, no encuentran- 
  Pero esto que escribiré se basa en algo que me irrita y que no comprendo:




Imaginen que una persona sube a un taxi a las 03:00 am, después del trabajo, muerto de frío, con el objeto de llegar lo más rápido posible a su casa, sin interrupciones, ni largas esperas bajo esa esfera lumínica que a veces tiene el gusto de brillar en la ciudad gris. 
-Hola, buenas noches, vamos por favor hasta Cabildo y Congreso-
-Buenas noches, ¿Me podrías decir cómo ir?- Responde el taxista, con voz de haber dicho el mismo sketch de todas las noches.
 En esos momentos, esa persona siente una ira descomunal: ¿Por qué debe informarle a un taxista, que trabaja de eso, cómo ir hacia un lugar que queda a quince infames cuadras?, ¿Cuando una persona va al chino a comprar pan lactal, el vendedor le pide que le explique cómo hace para apretar los botones de las cajas registradoras para darle el vuelto y el ticket?.
  Trabajo en la parte de pochoclos de un cine, salgo a las tres de la matina de mi trabajo, me tomo un taxi y me encuentro con este miope que quiere hacerse la noche cagándome la vida y cobrándome una deliciosa bajada de bandera de $6, 90. ¿Acaso cuando me pedís pochoclos yo te pregunto cómo se hacen?, no, entonces, llevame a mi casa, o comprate un GPS.
   Sin embargo, una vez más termino indicándole al idiota del taxista cómo llegar al destino.
  Al día siguiente pido un taxi por teléfono para que me rescate de un lugar escalofriante en el que podrían afanarme hasta los riñones. En cuanto me subo al taxi, diviso un GPS instalado en su ventana -Perfecto- pienso -No va a tener necesidad de preguntarme cómo ir-
  Ni a palos: el sujeto, ignorando el aparato, me pide indicaciones de cómo llegar.


  Tomarme un taxi me embola increiblemente.

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