sábado, 30 de abril de 2011

Colores en la lluvia.

   Si hay algo que realmente me apasiona, es mirar las manchas que se forman en la calle un día de lluvia, gracias al aceite previamente derramado por los autos. Me parecen hermosas, y lo cierto es que la gran parte de la gente no se fija en ellas. Simplemente pasan indiferentes, corriendo bajo la lluvia, como si fueran pequeños y sensibles humanos hechos de sal. Tengo una cámara vieja digital que ya está bastante rota, en una época no tan lejana supo ser mi compañera durante mi aprendizaje en el mundo fotográfico. Es una kodak chiquita, recuerdo haberla comprado cuando tenía quince años, con plata que había recaudado de mi fiesta. Estaba completamente emocionada con la idea de tener mi propia cámara, mi herramienta, mi compañera, mis ojos artificiales, y con los años, Carola -Nombre con el que supe bautizarla en cuanto estuvo en mis manos- fue rompiéndose y envejeciendo dentro de la actual tecnología. Actualmente me acompaña un combañero a quién bauticé Renato, una canon que me alegra día a día, pero Carola sigue vigente para estos pequeños placeres: poder salir un día de lluvia a sacar fotos. Esta entrada es un tanto distinta y quizás colgada en comparación a las otras que supe escribir, pero como igualmente nadie lee esto supongo que me es indiferente. 
  Simplemente, brindo por las manchas coloridas que pasan indiferentes en la vida cotidiana de la gente gris.

jueves, 28 de abril de 2011

Salidas de los colegios privados.

  Si hay algo que realmente me molesta como la putísima madre de Dios, es ir a buscar a un/a nene/a a un colegio privado. Lo que más me molesta es la increible reunión de madres snobs hablando acerca de estupidéces, vestidas de animal print, colágeno en su rostro y sus pechos, y sin prestar ni la más mínima atención a lo que en realidad vinieron a hacer: recoger al pibe. Estas madres se la pasan hablando, de ellas, de la "muqui" (Muqui: dícese del lunfardo snob facho cheto, "Mucama"), de sus tardes al pedo, y miles de millones de cosas más y aún más estúpidas de lo que ya son. Ellas se quedan esperando, teóricamente, al niño, mientras la gente intenta pasar, y no lo logra porque ellas impiden el paso. Se abstraen completamente de la realidad que existe al rededor de ellas, ya que sólo les interesa tener su conversación banal. A pesar de esto, quizás el niño las reconoce por lo lejos, y van felices hacia ellas a abrazarlas, mientras ellas no dejan de hablar y, aún teniendo al niño, siguen hablando, impidiendo que los demás puedan recoger a sus criaturas y acortando el poco lugar no-transitable que ya hay, con su estúpida conversación banal. Algunas personas también tienen que pasar por la vereda, e intentan empujar a estas madres, sus hijos, las abuelas, y ya doscientas personas que se formaron, para poder llegar hasta el otro lado de la calle, nadie se preocupa por el simple hecho de correrse, ni por pedir permiso, la gente empuja, la otra se queda quieta, la primera empuja aún más fuerte y la segunda termina por correrse si mosquearse.

Me caen súper mal.

miércoles, 13 de abril de 2011

A la mierda.

 A la mierda con vos, con mi ilusión, con mis fantasías, con mi proyecto de vida perfecta y tu estúpido opitimismo. A la mierda con tu cariño efímero, tu maldita sonrisa pícara y tus absurdos tics nerviosos.
  A la mierda con todas tus mascotas, sus pelos que me causan alergia y mis ganas de besarte desenfrenadamente. A la mierda con la depilación que me hice especialmente porque iba a verte, a la mierda con tu poca bola.
  Me dan ganas de mirarte y escupirte, de decirte todo esto en la cara, de informarte que me desilusionaste completamente, pero por momentos olvido que nunca tuviste consciencia de que en algún momento me ilusioné con vos.
  A la mierda con los diálogos que tuve que ir pensando en el colectivo por si llegaba a haber unos minutos de silencio incómodo, y a la mierda con los 35 sahumerios que compré en el barrio chino para que el clima de nuestra velada sea óptimo.
  A la mierda con vos, con vos y con ella.