sábado, 30 de abril de 2011

Colores en la lluvia.

   Si hay algo que realmente me apasiona, es mirar las manchas que se forman en la calle un día de lluvia, gracias al aceite previamente derramado por los autos. Me parecen hermosas, y lo cierto es que la gran parte de la gente no se fija en ellas. Simplemente pasan indiferentes, corriendo bajo la lluvia, como si fueran pequeños y sensibles humanos hechos de sal. Tengo una cámara vieja digital que ya está bastante rota, en una época no tan lejana supo ser mi compañera durante mi aprendizaje en el mundo fotográfico. Es una kodak chiquita, recuerdo haberla comprado cuando tenía quince años, con plata que había recaudado de mi fiesta. Estaba completamente emocionada con la idea de tener mi propia cámara, mi herramienta, mi compañera, mis ojos artificiales, y con los años, Carola -Nombre con el que supe bautizarla en cuanto estuvo en mis manos- fue rompiéndose y envejeciendo dentro de la actual tecnología. Actualmente me acompaña un combañero a quién bauticé Renato, una canon que me alegra día a día, pero Carola sigue vigente para estos pequeños placeres: poder salir un día de lluvia a sacar fotos. Esta entrada es un tanto distinta y quizás colgada en comparación a las otras que supe escribir, pero como igualmente nadie lee esto supongo que me es indiferente. 
  Simplemente, brindo por las manchas coloridas que pasan indiferentes en la vida cotidiana de la gente gris.

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